sábado, 1 de septiembre de 2007

REBELIÓN CIVICA

CRÓNICA POLÍTICA. Enrique de Diego.- Las rebeliones cívicas, los cambios sociales empiezan por los libros. Precisan de textos que desarrollen lo que Karl Popper denominó el poder de las ideas, que se abre paso con la fuerza de lo evidente y con reclamación al instinto de supervivencia. Esa es la voluntad y la vocación de mi libro ‘El manifiesto de las clases medias’.
No he pretendido una mera reflexión, sino mover a la acción, provocar el cambio.
Muchos dicen que lo indicado y descrito es de tal sentido común que les parece como si lo hubieran escrito ellos o lo hubieran podido escribir. Es, desde luego, un elogio espléndido. pero al tiempo dicen que no ven posibilidades de que se lleve a cabo lo que se presenta como una auténtica revolución. En realidad, lo que se mueve fuera de lo real, aunque parezca paradójico, es lo que estamos viviendo. por de pronto, los efectos de las causas no son inmediatos: se producen tendencias que se manifiestan a medio y largo plazo. Hay muchos síntomas de que el sistema de expoliación de las clases medias no funciona y que la depauperización de éstas avanza de manera muy intensa, como se muestra, por ejemplo, en el fenómeno de los mileuristas.

Lo que es imposible es que un territorio como el de España pueda sostener las clases políticas de diecisiete miniestados o que no retroceda hacia la miseria una sociedad en la que los políticos nacionalistas se dedican a intervenir en la vida de la gente, y a acrecentar el porcentaje y la voracidad de las manos muertas, en nombre de sus irracionales ensoñaciones.

La situación es del tipo de que o reaccionamos y organizamos la rebelión cívica o estamos llamados a decaer y a tener problemas muy graves en el futuro. Con la reclamación a configurarse en torno a los intereses y los ideales de las clases medias se rompe, además, el espejismo geométrico de derecha e izquierda, cuando han devenido en polos, menos antitéticos de lo que parece, de la depredación.

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