Este lunes 25 de agosto terminó la recogida de firmas a favor del Manifiesto por la lengua común, que CIUDADANOS-PARTIDO DE LA CIUDADANÍA , con tan solo una única mesita de camping , ha desarrollado en Mallorca durante veinticinco horas repartidas en nueve jornadas.
Hemos recogido un total de 1648 firmas. Afirmamos con rotundidad que la campaña ha sido un éxito. La ciudadanía mallorquina ha dejado en evidencia a la clase política balear, que desde 1986 viene arrinconando la lengua castellana, lengua común de los españoles, marginándola en la escuela y en las administraciones locales. Es un claro mensaje a los políticos de Baleares para que escuchen a la gente que les vota y les paga sus buenos sueldos. La ciudadanía balear, tanto los mallorquines de pura cepa, los de origen peninsular, como aquellos provenientes de otros países europeos y de otras latitudes, reclaman libertad y no quieren ver marginado este valioso instrumento de comunicación que es, por antonomasia, el idioma español.
Numerosos fueron los testimonios de jóvenes que informaban de la intransigencia feroz de los maestros de escuela catalanistas; o el de aquellos ciudadanos que ven truncadas su promoción laboral por la exigencia de exhaustivos conocimientos de catalán ; o la de aquellas sudamericanas, frustradas al no poder acceder a la Universidad, por desconocer el catalán.
Para que digan luego los catalanistas que el Manifiesto por la lengua común es cosa de neofranquistas y del nacionalismo español más rancio: numerosos han sido los extranjeros que, aun sin ser el castellano su lengua materna, han mostrado su apoyo a la lengua común, expresando a la vez su indignación hacia las políticas catalanistas excluyentes; como Irina, la madre rusa que vive en Ca’n Picafort : “tenéis que ir allí y veréis que en la escuela somos extranjeros en un 70%; sin embargo, sólo se dirigen a nosotros en catalán, que no entendemos; por eso los padres ya no acudimos a las reuniones” O como Silke, recordando que en su tierra también existe una lengua regional, distinta al alemán, pero donde jamás marginarían el idioma común de Alemania. Y como ellas, Belmeddahl, Massimo, Corine…
Cuando un catalanista de 38 años muy excitado, con aliento a mesclat, me increpaba en Inca, por el hecho de estar allí recogiendo firmas, intenté explicarle que en Europa… “Me da igual lo que hagan en Europa, mi mundo es éste, Mallorca. Y aquí quiero sólo el mallorquín” me espetó, sin apercibir se de que su intransigencia ciega entroncaba con aquel carpetovetónico “Arriba España y muera Europa” que gritaban los energúmenos de la Plaza de Oriente, en la última aparición pública del Caudillo. ¡Y después me dice que no es español!
Y es que, si bien la cariñosa acogida de los ciudadanos nos compensaba con creces, también hubo algunos, muy pocos pero contundentes, que nos manifestaron su disgusto por nuestra presencia. Temerosos ellos, seguramente, de que la afluencia de ciudadanos firmando pusieran en solfa las inmersiones catalanistas del poder político. Entre ellos, recuerdo aquel chaval de veinti pocos años que me gritó “A Mallorca xerram mallorquí” “Y castellano, también. Mira a tu alrededor” le repliqué. “¡Facha! ¡Gilipollas” es el argumento que me dio ante la tozuda realidad que nos circunda y que debió molestarle. El catalanista, negando la evidencia que le disgusta, me recuerda al patético personaje que interpreta Gloria Swanson en la película “El crepúsculo de los dioses” (Sunset Boulevard): el de una antigua actriz del cine mudo que, incapaz de adaptarse a la realidad, se niega a admitir el paso del tiempo, actuando en su delirio como lo hacía en su juventud. Tampoco quiere el delirio catalanista admitir la realidad de esta cosmopolita y heterogénea Mallorca del siglo XXI que tiene poco que ver con la payesa y endogámica de 1900, cuando prácticamente no había forasteros.
Las políticas lingüísticas ejecutadas por los diversos poderes públicos en Baleares satisfacen, desde luego, a esas pocas personas que individualmente , en actitud agresiva , sin aducir argumentos, ni voluntad de diálogo, nos han insultado e increpado con descalificaciones y expresiones xenófobas, cuando no abiertamente racistas, como las de la mujer que descalificaba a un subsahariano por su deseo de firmar el Manifiesto “Mira, un negro sin papeles” ; o cuando, irrespetuosa, esa misma mujer se dirigió al Dr. William Vega, presidente de ASOCOLOMBIA con un grosero “Tú eres sudaca, ¿no? “ Habla en mallorquín, y si no te gusta, coge el barco y vete”.
Y a esa ciudadanía mayoritaria, educada, tolerante y que quiere vivir en libertad, nuestros políticos los ignoran y les obligan a la inmersión catalanista. Yo les diría a los profesionales de la política, que los ciudadanos no somos tan tontos como ellos piensan; si nuestros administradores quieren hacer pasar esta partitocracia imperante en Baleares por una democracia, deberían disimular mejor, permitiendo a los padres elegir la lengua en que desean educar a sus hijos.
Por último, concluyo con un sincero agradecimiento a los simpatizantes y afiliados de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, al Dr. William Vega y ASOCOLOMBIA, por haber colaborado en la recogida de firmas. Gracias, también, a esos turistas pasantes que, sin firmar al no ser residentes, se han interesado por conocer la discriminación oficial del castellano, y que, perplejos, no daban crédito a esta surrealista situación, tan alejada del espíritu europeísta. Y sobre todo, muchas gracias a los ciudadanos que han depositado su firma para que un día seamos todos más libres.
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1 comentario:
Muchas felicidades. Cada firma es un dedo en la llaga.
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